Resumen:
Este texto, que no es más que un conjunto de ideas y reflexiones en torno a las experiencias obtenidas en el desarrollo del Taller Integrador de Diseño V, que no buscan más que poner en escena su memoria y abrir una puerta para iniciar una conversación en el contexto académico, metodológico, pedagógico y didáctico
en pos de la construcción de la Carrera de Arquitectura. Partiremos de los conceptos de pertenencia y sentido de pertenencia y, para ello, proponemos una definición poco ortodoxa sobre la Arquitectura y el Proyecto Arquitectónico que da cuenta del término Pertenencia y del encuentro con la Arquitectura del Paisaje, de la Arquitectura entendida como un “paisaje dentro del paisaje”:
“Descubrir la musicalidad que subyace en el paisaje y así, la letra del arquitecto convertida en poiesis y creatividad, en ideas traducidas en trazas de composición intencionales, halla su música a través de un objeto/artefacto transformado en paisaje o viceversa, fundando así un dialogo, una conversación, un cuerpo
vivo activo y a la vez activador, dispuesto y disponible, latente…, el Proyecto de Arquitectura. Así, el “Genius Loci” se arquitectura, es decir, se adhiere y adquiere forma e intención, ANIDA, se instala como objeto ya no artificial sino mimético, como acto noble del encuentro entre semejanzas sensibles, como producto en que elementos de distinta naturaleza se hibridan a manera de rizoma, para habitar allí, coexistiendo y creando una composición en equilibrio, balanceada, en armonía”. (Duque Robledo, 2022)
Existe un maravilloso y poético término: Anidar que significa hacer el nido para vivir en él. Instalarse en determinado lugar para habitar, morar en él. El dialogo y la relación de convivencia entre el objeto y el contexto/medio y viceversa. Es también la realidad y naturaleza de “esa Arquitectura” que solicita a gritos existir,
de “esa Arquitectura” que brota, que germina en un suelo fecundo y también del infecundo, de “esa Arquitectura” que solicita el lugar y que la hace única e irremplazable. No una Arquitectura de modelos descontextualizados e inertes, de modelos/objetos que no existen sino para ellos mismos, nutridos desde ellos mismos, arrogantes, vacíos y fríos y a la vez estériles porque no poseen lugar, porque no poseen arraigo, es decir, sentido de pertenencia.
Creando una analogía con el término anidar y la naturaleza de la creación de la vida asociada al Proyecto arquitectónico y la relación HOMBRE-NATURALEZA, podríamos decir que se asemeja a la implantación del óvulo fecundado en el útero de la madre, en este caso la “madre tierra”, “el gran paisaje” como lugar, entorno,
contexto, hábitat. La implantación es un proceso complejo a través del cual el embrión se aproxima y se adhiere al endometrio de la madre al que finalmente invade, adaptándose. Tanto para el proceso de fecundación como de la génesis del proyecto de Arquitectura desde el “embrión” o idea básica, idea semilla, para
que este proceso se lleve a cabo de manera correcta se requieren tres condiciones indispensables: que el lugar/contexto sea receptivo, que un “embrión” / génesis (idea básica, idea primigenia, idea de partido) en fase de desarrollo este lleno de intenciones y posibilidades y que exista una comunicación fluida, sensible
y adecuada entre ambos medios. Es decir, un objeto/artefacto que adquiere la forma y el sentido del lenguaje del lugar y de la composición arquitectónica, un paisaje/objeto hecho del lenguaje y
las experiencias del “Genius Loci”, de composiciones, intenciones y mutaciones, un objeto/artefacto/proyecto que se hibrida, que hace mixturas y se siente cómodo, bienvenido y aceptado en el lugar donde cree que pertenece. Allí se posa y hace parte de la comunidad humana (construye) ya que este objeto/artefacto a
manera de proyecto y “nueva realidad”, como hecho físico sensible, se transmuta en un objeto vivo, latente, es decir, “se humaniza” puesto que al entrar en con-tacto con el ser humano se relaciona, se hibrida, se transforma en interfaz, coexistiendo, creando una conversación, un dialogo entre “pares”, existiendo, habitando
a través del espacio y el tiempo, de las atmósferas y las experiencias. Sin embargo, la existencia tanto humana como del hecho arquitectónico, se presenta inabarcable por tanto esta se encamina a que se moldee por medio de las experiencias por ser “inacabada”, inconclusa. De ahí, que el objeto arquitectónico
siempre esté “reconstruyéndose, esté en constante re-lectura” y sea parte intima del lugar y del contexto que lo rodea, del entorno cercano y lejano, también del imaginado, que “lo envuelva como una gran piel sensible” a modo de un organismo vivo, creando una arquitectura imaginada como un “paisaje dentro de un paisaje”, como “pieles dentro de pieles”, “pieles que se conjugan, pieles que
se hibridan, pieles mestizas”. Así, tanto el proyecto arquitectónico como el arquitecto, se convierten en autores, en compositores, en guionistas a través del ejercicio narrativo que poseen y expresan,
transmitiendo una historia a sus lectores que habitan el espacio-tiempo. Ambos, objeto/usuario/narrador son la pieza clave que condicionará el proceso y el resultado creativo ya que dan vida al relato. Pero necesariamente se exponen y se ponen en contexto. Así, consideramos el sentido de pertenencia como uno de
los ejes cardinales y motivadores del proyecto arquitectónico.